MPRF- Well being

Cómo gestionar tu estrés de forma inteligente

¡Buenos días! ¿Cómo te encuentras hoy?

No hace falta que me lo digas, para que sepa que si eres una MPRF – Mujer Profesional con Responsabilidades Familiares, puede que estés en un “más difícil todavía”. 

Después de un periodo en el que hemos tenido que ejercer de madres, cuidadoras, cocineras, profesoras, psicólogas, entrenadoras, teletrabajadoras y expertas digitales de golpe,  todo ello en un mismo día, en un tiempo record, sin preparación ni formación y en el espacio no siempre adecuado de nuestros hogares, parece que todavía vamos a “rizar el rizo” y   puede que seas una de las que le toca seguir teletrabajando con los niños en casa.

O bien de las que tienes que renunciar a trabajar y has pedido  un permiso o una excedencia para poder quédate en casa al cuidado de tus hijos, con el consiguiente impacto negativo en tus ingresos y tu economía.

Sí. Cuando eres una MPRF, tienes muchos boletos para que las complicaciones en lo cotidiano se multipliquen y no parezcan acabarse nunca.  Así que no te extrañe si parece que vives en una permanente montaña rusa emocional, te sientes nerviosa a ratos, ansiosa y algo angustiada. Mejor, date la bienvenida al club de las MPRF sobrecargadas de responsabilidades y quédate conmigo para descubrir cómo puedes gestionar el estrés de forma inteligente para recuperar bienestar personal en tu día a día.

¿Crees que puedo estar estresada? Si yo me siento bien.

Aunque creas que tú no lo sufres, ya avisan los expertos que la situación de pandemia que hemos vivido nos ha dejado niveles  elevados de estrés.

Sólo por el hecho del confinamiento y lo dramático de la situación que hemos vivido, nos ha aumentado a el nivel de estrés a casi todas las personas. 


¿Por qué?

Porque el estrés es un mecanismo de defensa ante un peligro. Aparece ante una situación que sientes como una amenaza para ti o  para los tuyos. Entonces tu organismo  desencadena una importante reacción de cambios fisiológicos, emocionales y cognitivos en tu cuerpo para que puedas protegerte y defenderte del “ataque”.  Tu cuerpo se pone alerta y se prepara para la lucha o la huida. Y por eso la situación que hemos vivido con la pandemia y el confinamiento nos ha subido los niveles de estrés: afrontábamos circunstancias amenazadoras y necesitábamos “protegernos para sobrevivir”. De hecho, piensa en la montaña rusa emocional y la “locura” que ha supuesto el confinamiento para muchas MPRF.

¿Y es malo que yo haya tenido estrés?

No. En tanto que función protectora que favorece nuestra supervivencia, el estrés es una función adaptativa maravillosa. Piénsalo: te sientes amenazada y tu cuerpo y tu mente responden al instante,  alterando sus funciones para que cuentes con más energía para repeler la amenaza.  Una vez pasado el peligro, las funciones de tu organismo vuelven a su estado normal.  ¿No es fantástico disponer de esta capacidad?

¿Sabías que también hay un estrés positivo?

El estrés positivo o eustrés va asociado a situaciones que también te suponen una dificultad, pero de las que esperas un resultado positivo. Sientes que te compensara la incomodidad o el riesgo de pasar por ellas. El eustrés es ese punto de  presión ante un desafío que te hace  mejorar tus resultados. Si miras en la curva del estrés verás cómo hay un punto en el cual tu rendimiento mejora ante “el reto”.  Eso es lo que ocurre con los deportistas ante una competición, o  a ti misma cuando tienes que  preparar un examen o enfrentarte por primera vez a algo desconocido. Siempre que tú sientas que ese desafío puede compensarte y reportarte algo positivo, aunque te dé miedo y te cause cierto estrés, todo irá bien.

Ese estrés es puntual

Va a aparecer ante el reto y remitirá cuando la situación demandante acabe. 

Así que el estrés  no es malo en sí mismo ya que se trata de una función normal y necesaria de nuestro organismo. Se activa cuando se le necesita y se apaga cuando ya no es necesario. Y ahora que estamos en la desescalada, nuestro estrés debería ir remitiendo de forma natural salvo que enfrentemos todavía circunstancias adversas. 

¿Cuál es el problema entonces?

El problema está en que la situación de estrés se vuelva crónica porque estas sometida a circunstancias que te resultan estresantes de forma continua. Por ejemplo, si vives una situación de dificultad personal prolongada como una pérdida de empleo o falta de ingresos, tu pareja te deja, sufres una enfermedad larga y grave en la familia o tienes un trabajo donde tu jefe te hace la vida imposible o una vida con un exceso de responsabilidades y tareas.  En esos casos, el estrés no acaba de remitir porque al tener permanente sensación de amenaza, el “estado de alerta” se mantiene. Entonces se vuelve crónico y tu cuerpo tiene que convivir con él, integrarlo como si fuera un estado “normal” cuando no es así. Y cuanto más se prolongue en el tiempo, tendrá más consecuencias físicas  en tu organismo y tu estado de ánimo. Ese es el estrés que nos enferma: el estrés crónico. No sólo produce daños a nivel de salud, también afecta a tu autoestima. Imagina que estás varios años en paro y tienes problemas económicos; bien puedes imaginar la pérdida de confianza y la desmoralización que esa situación puede llegar a causarte.  

Pero no hace falta llegar a un caso tan extremo. Si eres una MPRF, de las que se pasa el día a la carrera y te sientes agotada y agobiada para compaginar tu vida familiar, profesional y personal,  puedes estar sufriendo estrés sin saberlo. Porque hay multiples dificultades en el cotidiano de muchas MPRF, que has interiorizado sin darte cuenta y que de puro normales que las sientes, te pasan inadvertidas, igual que el estrés.

Piensa sino en cuantas mujeres de tu alrededor viven su día a día con mucha tensión, sin disponer apenas de tiempo y espacio para ellas mismas, haciendo de mamás taxis, atareadas de la mañana a la noche para que todo funcione en su hogar, muchas veces con escaso o nulo apoyo, recurriendo a su tiempo laboral y además sintiendo que en lo profesional están limitadas por sus responsabilidades familiares y los cuidados, como ocurre ahora mismo, en esta situación de no conciliación. Esa misma presión de tener que conciliar espacios tan diferentes como el profesional, el personal y el familiar, basta para disparar a muchas el estrés. 

Por eso gestionar el estrés de forma inteligente, implica entenderlo, saber qué te genera  a tí ese estres y  ser capaz de actuar sobre su raíz, para erradicarlo de nuestras vidas.

¿Qué determina que yo sufra estrés?

Sólo porque  vivas a un ritmo frenético, no implica necesariamente que estés sufriendo de estrés. Puede que a ti te guste ese ritmo, lo  disfrutes y lo aguantes bien. El estrés es un fenómeno multicausal y complejo en el que influyen diferentes factores. No nos afecta a todas de la misma manera.

Veamos qué lo condiciona.

Por una parte, tenemos los factores externos de los que ya hemos hablado: vivir un periodo prolongado de circunstancias estresantes. En ese sentido, se está demostrando que nuestro estilo de vida, tan acelerado y exigente, está disparando el nivel de estrés en nuestra sociedad, y sobre todo, en las mujeres. Y más en las MPRF. ¿Sabías que en los últimos años se ha triplicado el consumo de ansiolíticos en las mujeres?

Sin embargo, esos factores por sí sólo no hacen que tu estrés pueda volverse crónico. Porque existen también  los factores internos, que son la forma que tienes  de vivenciar tu realidad. Tus experiencias, tus creencias y tus expectativas, en definitiva, tu personalidad, te lleva a sentir tus circunstancias con mayor o menor sensación de descontrol y amenaza. Situaciones que a ti te disparan el estrés al sentirlas como un peligro, otras personas las integran y las procesan sin mayor problema.  Seguro que te has sorprendido en ocasiones viendo como tu experiencia ante una determinada situación (en tu familia, en tu trabajo) no tiene nada que ver con la forma de sentirla otra persona. Y por eso cada una sufrimos un nivel de estrés diferente en la vida. Algo así como es de que “eres muy sensible”. 

Sufres de mayor o menor nivel de estrés según es tu carácter y según percibes de forma positiva o negativa lo que te ocurre.

Cuando sientes que no dispones de suficientes recursos para hacer frente a unas circunstancias o  situación determinada, reaccionarás con estrés ante ella.  

La fuente de estrés se encuentra en el desajuste entre las demandas existentes y el control que tienes para afrontar dichas demandas.

Puedes conseguir vivir tus circunstancias con menos estrés

Esto que puede sonarte “duro”, es precisamente  lo interesante y esperanzador: al ser el estrés resultado de una interpretación personal de tus circunstancias, implica que puedes trabajar sobre tu forma de relacionarte con tu realidad para gestionar tu estrés.  Por eso, aunque no puedas eliminar el estímulo o la situación estresante, si adquieres recursos emocionales y personales suficientes podrás minimizar y controlar de forma eficaz tu estrés. Esa es la forma de gestión más inteligente y eficaz para manejar tu estrés.

También  tu entorno social puede actuar como amortiguador, reduciendo los efectos negativos del estrés y previniéndolos. En el trabajo, en la familia, puedes aprender y desarrollar diferentes estrategias para que la relación con los demás sea positiva y de esta manera, el impacto negativo del estrés se reduzca e incluso desaparezca.

Y por supuesto, en casos menos graves, puedes tomar una serie de medidas para reducir el estrés: gestionar correctamente el tiempo, practicar Mindfulness o hacer ejercicio son algunas alternativas.

¿Cómo gestionas tu estrés de forma inteligente?

  1. Revisa a fondo tu estilo de vida y comprométete con hacer los cambios necesarios en él, que te lleven a vivir con una mayor tranquilidad, aprendiendo a conocer tus límites y ponérselos a los demás.
  2. Aprende a enfrentar tu realidad desde una posición de mayor seguridad y menos agresiva para ti, eliminando miedos y pensamientos negativos.
  3. Esfuérzate en construir un entorno favorable para ti, de respeto, de sostén, de comprensión y apoyo, donde te nutras y te puedas ocupar más de ti misma.

En las próximas semanas profundizaremos sobre este tema, para que poco a poco puedas ir  ganando en compresión sobre el problema y puedas adquirir herramientas para combatirlo. Por eso, si te has sentido identificada con lo que te he contado y quieres aprender a enfrentar tus circunstancias con mayor serenidad y confianza, te animo a que caminemos juntas. 

Sólo tienes que elegir dónde prefieres interactuar conmigo: 

Avanzando conmigo te sentirás acompañada, inspirada y apoyada. Y junto con la comunidad de mujeres que he creado recuperarás fuerza, confianza y motivación.

¿Te vienes conmigo?

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